NIÑOS DE ACUERDO A SU EDAD Y ACTIVIDADES RECOMENDADAS

Niños de tres años
El juego es una actividad natural, libre y espontánea que permite al niño satisfacer necesidades vitales como explorar, aventurar, moverse y expresar sus sentimientos, es decir, representa la vía más importante para descubrir y entender el mundo. Simplemente, el juego es para un infante lo que el trabajo para un adulto: un medio de satisfacción y desarrollo personal, así como un desafío a las capacidades propias.
En concreto, un infante de tres años se muestra más sociable y disfruta mucho la compañía de otros pequeños, a pesar de las riñas que surgen y que desesperan a los progenitores, pero es precisamente a través de esto que aprende a compartir juguetes, lugares, reglas y normas, es decir, a respetar a otros y a ser respetado.
Ya que los primeros juegos se dan entre hermanos o primos, es importante que padres o tíos colaboren para establecer actividades en las que se dé una competencia sana entre niños de la misma edad, moderada por el amor y la solidaridad. Curiosamente, la rivalidad que surge se resuelve a través de la convivencia, ya que el infante adquiere experiencia sobre cómo realizar tareas en equipo.
En esta etapa, el niño aprende a recibir instrucciones, imitar movimientos y juega para ser observado y alabado por los demás, ya que es más consciente de su identidad. Además, cuenta con las siguientes capacidades:

Camina y corre, a la vez que puede aumentar o disminuir la velocidad de su marcha, incluso detenerse por completo sin perder el equilibrio. Sube y baja escaleras alternando los pies. Se mantiene parado en un pie por breve lapso. Dibuja un círculo y una cruz y otras formas imprecisas con las que representa elementos de la realidad. También comienza a colorear procurando no salirse de la línea. Abrocha y desabrocha botones. Sabe distinguir entre lo grande y pequeño o entre arriba y abajo.






Niños de cuatro años
A esta edad un infante es capaz de jugar de manera más cooperativa con sus amiguitos, así como de conversar para ponerse de acuerdo y organizarse, ya que su lenguaje es más avanzado, su memoria experimenta notable avance y tiene más conocimientos sobre el significado de los papeles o roles que se requieren para desarrollar una actividad en común; asimismo, es capaz de imitar plenamente escenas de su vida social y juega a ser médico, maestra o banquero, o a que prepara un pastel y llama por teléfono.
Su imaginación es muy intensa y, en algunos casos, cuenta con un amigo imaginario, al cual atribuye características bastante parecidas a su propia personalidad. Aunque esta conducta preocupa a algunos padres, deben saber que es completamente sana y normal, mientras que no limite al pequeño la convivencia con otros chicos.
A los cuatro años el niño sigue disfrutando con las actividades físicas, como trepar y columpiarse, pero las combina con prácticas más tranquilas, de modo que puede permanecer más tiempo atento a una sola tarea.
Igualmente, su autonomía avanza al aprender a realizar labores como vestirse, lavarse los dientes o peinarse. Aunque no lo haga bien, es de gran importancia que los padres permitan que el pequeño experimente, ya que con la práctica perfeccionará sus habilidades; para corregir, buscarán momentos oportunos, no recurrirán al regaño y, en vez de enfatizar los errores, destacarán los aciertos.
El dibujo también se vuelve un instrumento importante para aprender, ya que los niños comienzan a representar las partes del cuerpo que conocen, y a medida que profundizan en su conocimiento precisan sus trazos. Independiente de cómo lo haga, las imágenes se transforman en importante medio de expresión.
A lo largo de este año también perfecciona varias habilidades, como saltar y pararse en un pie, andar en triciclo o incluso en bicicleta auxiliado con rueditas en la llanta posterior; traza un cuadrado, ataja una pelota y la patea mientras corre; conoce los colores, arma rompecabezas simples y aprende las figuras geométricas básicas.
Los juegos y juguetes recomendables son máscaras, objetos donde poder subir, bajar o deslizarse, triciclos, carretillas, rompecabezas de piezas grandes, cajas con huecos para insertar figuras geométricas, muñecas, vehículos, piezas para armar, pelotas y columpio, auxiliado por algún adulto.

Niños de cinco años:
En este periodo el pequeño es aún muy inquieto y necesita moverse de un lado a otro, pero aumenta su interés por las actividades tranquilas, como pintar, dibujar, recortar y, en general, hacer toda clase de manualidades. Además, la mayoría de los pequeños ingresa a la escuela, por lo que descubre un mundo más amplio que el entorno familiar, reconoce a otros niños como sus pares y asume a los profesores como nuevos adultos modelo.
El comportamiento del infante en juegos de grupo empieza a ser determinado por su sexo, por lo que los niños tienen actividades de entretenimiento más bruscas que las niñas, amén de que la representación del mundo de los adultos es más preciso; los progenitores son el referente más importante, por lo que los varones imitan todo lo que hace el padre, en tanto que las féminas hacen lo propio con la madre.
Además, a esta edad ya se muestra el predominio del lado derecho o izquierdo de la mano, ojo y pie para realizar actividades, si bien la cualidad de diestro o zurdo termina de definirse hasta el sexto año de vida. Asimismo, el infante se expresa mejor verbalmente, aunque la vía de mayor alcance son sus dibujos, en los que no representa la realidad objetiva, sino cómo él la percibe, lo que piensa y siente respecto al mundo que conoce, por lo que no es extraño ver desproporciones entre un objeto y otro.
Durante este año el pequeño aprende a saltar la cuerda, dibujar una figura humana con sus partes básicas (cabeza, tronco, brazos y piernas), escribir su nombre y memorizar su dirección y número telefónico, lo cual es muy importante, ya que serán de mucha utilidad si alguna vez se extravía.
Además de los instrumentos con que se entretenía un año antes puede tener pizarras, magnetófonos, libros de cuentos, marionetas y muñecos articulados. Recuerde que aquellos juguetes con puntas afiladas o que generen calor se aconsejan sólo después de los ocho años.
Finalmente, cabe mencionar que es en esta edad cuando, de haber, se pueden manifestar las dificultades en aprendizaje, lenguaje y temperamento; por ejemplo, si hay problemas para socializar es común que un niño prefiera divertirse con amigos imaginarios y se muestre inseguro con otros chicos, especialmente si es hijo único o pasa mucho tiempo frente al televisor. Si los padres notan problemas de conducta impulsiva o aislamiento difíciles de manejar, es recomendable consultar a un psicólogo infantil para atender la situación.